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miércoles, 17 de enero de 2024

 

LA RESTAURACIÓN


 





»Los políticos se constituirán en casta, dividiéndose hipócritas en dos bandos igualmente dinásticos e igualmente estériles, sin otro móvil que tejer y destejer la jerga de sus provechos particulares en el telar burocrático. No harán nada fecundo; no crearán una Nación; no remediarán la esterilidad de las estepas castellanas y extremeñas; no suavizarán el malestar de las clases proletarias. Fomentarán la artillería antes que las escuelas, las pompas regias antes que las vías comerciales y los menesteres de la grande y pequeña industria. Y por último, hijo mío, verás si vives, que acabarán por poner la enseñanza, la riqueza, el poder civil, y hasta la independencia nacional, en manos de lo que llamáis vuestra Santa Madre Iglesia.

Alarmante es la palabra Revolución. Pero si no inventáis otra menos aterradora, no tendréis más remedio que usarla los que no queráis morir de la honda caquexia que invade el cansado cuerpo de tu Nación. Declaraos revolucionarios, díscolos si os parece mejor esta palabra, contumaces en la rebeldía. En la situación a que llegaréis andando los años, el ideal revolucionario, la actitud indómita si queréis, constituirán el único síntoma de vida. Siga el lenguaje de los bobos llamando paz a lo que en realidad es consunción y acabamiento

Pérez Galdós. Cánovas

 

Lo que el español medio sabe de la primera República es cantonalismo, y cuatro presidentes en año y medio. Eso la desautoriza totalmente como modelo de buen gobierno. La Restauración pasa, en cambio, por ser un largo periodo de paz social. Caciquismo y corrupción, vale, pero paz social. Galdós lo tiene claro Siga el lenguaje de los bobos llamando paz a lo que en realidad es consunción y acabamiento”. Se venden demasiado bien algunos regímenes que no fueron otra cosa que desastrosos, con la pérdida de Cuba, la aventura africana, las brutales represiones e injusticias, como la Semana Trágica y, para colmo, con el inepto de Alfonso XIII los cambios de gobierno dejaron chicos a los de la República, más de 50 entre gobiernos y reajustes ministeriales en los escasos 30 años que duró su reinado, de los cuales 7 fueron de apoyo a una dictadura. “mi Musolini” llamaba a Primo de Rivera. El último rey compró todas las papeletas posibles para acabar desterrado, y para conseguir el descrédito absoluto de la monarquía.

    La que sí se “restauró” fue la Iglesia. Bien que mal, los gobiernos liberales del XIX les habían quitado buena parte de sus privilegios, como la recogida de diezmos y primicias; las desamortizaciones habían creado una burguesía a costa de los bienes de la iglesia, los monasterios, repletos de frailes carlistas dispuestos a coger el trabuco, se habían diezmado, la libertad de culto estaba recogida en la constitución del 69…Pero Cánovas quiso que la Iglesia apoyara decididamente a los borbones, para eliminar el problema carlista, y a la Iglesia le pareció de perlas volver a su papel de religión oficial. La identificación de nación y religión han sido consustanciales a la derecha española como poco después afirmó Menéndez Pelayo: “España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma (…) esa es nuestra grandeza y nuestra unidad, no tenemos otra” y los nacionalismos periféricos también se sirvieron de la religión para la definición de sus patrias.

    Lo primero que se le entregó a la iglesia fue la enseñanza, y se acabó con la libertad de cátedra, ya no se podría enseñar ninguna doctrina fuera del ideario católico. Se plantea así lo que se llamó la 2ª cuestión universitaria (la 1ª fue la expulsión de Castelar de su cátedra con Isabel II). Acabaron en la cárcel algunos catedráticos de Santiago[i] por enseñar tesis darwinistas y otros que se solidarizaron con los expulsados de las cátedras. A raíz de esto Giner de los Ríos supuso que no se podía confiar en el apoyo oficial y se fundó, con el apoyo de muchos catedráticos expulsados y otros que dimitieron por solidaridad la Institución Libre de Enseñanza, que tan magníficos servicios hizo al país.

    Las congregaciones crecían, y si se había reducido el número de frailes a 1.800 y el de religiosas a unas 19000, con la restauración crecieron en total a unos 100000 y comenzaron a crear escuelas y establecimientos benéficos. Así tuvo la República que hacer la ley de congregaciones, que tantos quebraderos le diera a D. Niceto (y a la iglesia, por supuesto)



[i] Laureano Calderón (Farmacia) y Augusto González de Linares (Medicina), ambos discípulos del krausista Francisco Giner de los Ríos,


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