LA RESTAURACIÓN
»Los políticos se constituirán en casta, dividiéndose hipócritas en dos bandos igualmente dinásticos e igualmente estériles, sin otro móvil que tejer y destejer la jerga de sus provechos particulares en el telar burocrático. No harán nada fecundo; no crearán una Nación; no remediarán la esterilidad de las estepas castellanas y extremeñas; no suavizarán el malestar de las clases proletarias. Fomentarán la artillería antes que las escuelas, las pompas regias antes que las vías comerciales y los menesteres de la grande y pequeña industria. Y por último, hijo mío, verás si vives, que acabarán por poner la enseñanza, la riqueza, el poder civil, y hasta la independencia nacional, en manos de lo que llamáis vuestra Santa Madre Iglesia.
Alarmante es la palabra Revolución. Pero si no inventáis otra menos aterradora, no tendréis más remedio que usarla los que no queráis morir de la honda caquexia que invade el cansado cuerpo de tu Nación. Declaraos revolucionarios, díscolos si os parece mejor esta palabra, contumaces en la rebeldía. En la situación a que llegaréis andando los años, el ideal revolucionario, la actitud indómita si queréis, constituirán el único síntoma de vida. Siga el lenguaje de los bobos llamando paz a lo que en realidad es consunción y acabamiento
Pérez Galdós. Cánovas
La que sí se “restauró” fue la Iglesia. Bien que mal, los gobiernos
liberales del XIX les habían quitado buena parte de sus privilegios, como la
recogida de diezmos y primicias; las desamortizaciones habían creado una
burguesía a costa de los bienes de la iglesia, los monasterios, repletos de
frailes carlistas dispuestos a coger el trabuco, se habían diezmado, la
libertad de culto estaba recogida en la constitución del 69…Pero Cánovas quiso
que la Iglesia apoyara decididamente a los borbones, para eliminar el problema
carlista, y a la Iglesia le pareció de perlas volver a su papel de religión
oficial. La identificación de nación y religión han sido consustanciales a la
derecha española como poco después afirmó Menéndez Pelayo: “España, martillo
de herejes, luz de Trento, espada de Roma (…) esa es nuestra grandeza y nuestra
unidad, no tenemos otra” y los nacionalismos periféricos también se
sirvieron de la religión para la definición de sus patrias.
Lo primero que se le entregó a la iglesia fue la
enseñanza, y se acabó con la libertad de cátedra, ya no se podría enseñar
ninguna doctrina fuera del ideario católico. Se plantea así lo que se llamó la
2ª cuestión universitaria (la 1ª fue la expulsión de Castelar de su cátedra
con Isabel II). Acabaron en la cárcel algunos catedráticos de Santiago[i]
por enseñar tesis darwinistas y otros que se solidarizaron con los
expulsados de las cátedras. A raíz de esto Giner de los Ríos supuso que no se
podía confiar en el apoyo oficial y se fundó, con el apoyo de muchos
catedráticos expulsados y otros que dimitieron por solidaridad la Institución
Libre de Enseñanza, que tan magníficos servicios hizo al país.
Las congregaciones crecían, y si
se había reducido el número de frailes a 1.800 y el de religiosas a unas 19000,
con la restauración crecieron en total a unos 100000 y comenzaron a crear
escuelas y establecimientos benéficos. Así tuvo la República que hacer la ley
de congregaciones, que tantos quebraderos le diera a D. Niceto (y a la iglesia,
por supuesto)
[i]
Laureano Calderón (Farmacia) y Augusto González de Linares (Medicina), ambos discípulos del krausista Francisco Giner de los Ríos,